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lunes, 13 de diciembre de 2010

El enigma de la gran biblioteca de Córdoba



Alhaken II se dedico gran parte de su vida a cultivar el conocimiento, llegando incluso a escribir una " historia del Al Andalus". Dentro de ese sin fin de actividades culturales estaba su famosa biblioteca, que según las crónicas llego a tener mas de 400.000 volúmenes, una gran mayoría con anotaciones de su puño y letra en las que indicaba la procedencia del autor y una breve reseña de la obra.
    La biblioteca estaba ubicada en el Alcázar Califal y su dirección y conservación corría a cargo del eunuco Talid, para el que trabajaba un conjunto de funcionarios eruditos, así como copistas de entre los que destacaban dos mujeres, Fatima y Lubna. Asimismo había miniaturistas e iluminadores. El Califa tenia destacados copistas en la ciudad de Bagdad, para que le reprodujeran obras que para el mundo occidental eran desconocidas.
   El amor que sentía el monarca por los libros estaba mas que probado, el arabista Ribera nos habla que la producción librera anual en Córdoba era de 80.000 volúmenes. Su biblioteca tenía fama de contener 400.000 volúmenes. El islamólogo holandés Dozy (1820-1883) dice: «Sólo el catálogo de su biblioteca se componía de 44 cuadernos, y no contenía más que el título de los libros, y no su descripción...Y al-Hakam los había leído todos, y lo que es más, había anotado la mayor parte..."
    Hakam conocía mejor que nadie la historia literaria, así que sus notas han hecho siempre autoridad entre los sabios andaluces. Libros compuestos en Persia y en Siria le eran conocidos, muchas veces, antes que nadie los hubiera leído en el Oriente»
( ref Miguel Salcedo Hierro, La mezquita-Catedral de Córdoba).

    ¿Que fue de esta gran biblioteca, hasta cuando se transmitió,  que conservamos de ella, tenia mucho que envidiar a la famosa biblioteca de Alejandría?. Interesantes, sugestivos y enigmáticos interrogantes sobre un centro del saber creado en nuestro solar, aglutinador de las ciencias mas vanguardistas del momento.
Se sabe que Almanzor convoco a los intolerantes ulemas, que tanto le agobiaban en la gran biblioteca de Al-Hakam y les invito a que amontonaran en el suelo todas las obras que trataran de filosofía, astronomía y otras ciencia contrarias a los temas religiosos, que las hicieran acarrear al jardín y le metieran fuego. Esta debilidad ante los ortodoxos le permitió salvar su prestigio pero privo al mundo de maravillosas obras, únicas que jamas pudo volver a tener la humanidad.