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martes, 13 de abril de 2010

Pasadizo hacia la mezquita.

    En el saber popular cordobés, pasea la idea de la existencia en época califal de un pasadizo que uniría la torre de la Calahorra con la gran Mezquita Aljama, este pasadizo cruzaría el rio por debajo de su lecho. Tampoco es extraño escuchar al gentío afirmar asimismo la existencia de un pasadizo que transcurriría desde la Mezquita hasta Medina Azahara. 
¿Que puede haber de cierto en todo ello?, ¿de donde surgió esta leyenda?
     Probablemente esta idea se inserte dentro de una realidad distorsionada. Efectivamente existieron muchos pasadizos en épocas remotas, incluso en la vieja Córdoba esta idea romántica siempre ha causado admiración , sin embargo es posible que en este caso si que tuviera al menos un elemento realista, una base racional, que arrancase de una construcción que efectivamente unía dos inmuebles fundamentales, hablamos del SABAT, un túnel pasadizo a unos tres metros de altura por el que se llegaba desde el Alcázar califal a la Mezquita, pasemos a analizar esta circunstancia: 
     El Sabat cordobés era un pasadizo de comunicación entre el alcázar y la mezquita aljama utilizado exclusivamente por los emires y los califas. Tenía dos partes, una visible desde el exterior, consistente en un puente apoyado en tres arcos que salvaba la calle, lo que permitía el tránsito normal por la calzada, y otra parte oculta en el interior de la mezquita, detrás de su muro de la alquibla. El pasadizo se dividía en ocho habitaciones, cinco en la mezquita y otras tres en el puente, cubiertas con bóvedas simples y separadas por ocho puertas forradas de bronce y hierro.
    No fue éste el primer Sabat de la mezquita de Córdoba. Ya el devoto emir ‘Abd Allah (888-912) había instalado uno. Consistía también en un puente sobre la calzada aunque, a diferencia del de al-Hakam, aquél no tenía continuación en el interior de la sala de oración. La razón que le llevó a construirlo fue que cada vez que acudía a la mezquita a rezar, el populacho interrumpía sus oraciones. Ante algunas protestas de los alfaquíes, decidió ocultarse de las miradas de los fieles mediante este paso privado. El imán al-Mustansir, al-Hakam, Príncipe de los Creyentes, mandó hacer este acceso a su lugar de oración a su chambelán Ya‘far». Eran los años 970-972.. El Sabat sin embargo no era un mero pasillo. Según cuentan las crónicas, ‘Abd Allah se sentaba allí tras la oración del viernes para observar a los transeúntes sin ser visto; escuchaba sus conversaciones y así se enteraba de sus problemas cotidianos y de las injusticias que se cometían en la ciudad.
 En la Mezquita de Córdoba se supone hubo dos “Sabat”. El primero cuando gobernaba el Emir Abd Allah (888-912), y unía el alcázar musulmán con la Mezquita a la altura de lo que hoy es la Puerta de San Miguel. L.Golvin mantiene la hipótesis de que sería un solo arco de unos tres metros de altura. Alhaken II lo mandó derribar porque con la ampliación de la Mezquita hacia el sur (965) que a su vez traslado el Mihrab, ya no cumplía su objetivo. Entonces se levantó un nuevo “Sabat”, de unos cinco arcos por la anchura de la calle en ese lugar. El geógrafo ceutí Al-idrisi dice que tenía ocho puertas interiores, entre el Alcázar y el muro de “quibla”. Estuvo en uso hasta 1610, año en que por reformas en el Palacio Episcopal, el Obispo Mardones le metió la piqueta destructora. 
     Miguel Salcedo Hierro, cita en su libro sobre la Mezquita un texto atribuido a Ambrosio de Morales, testigo presencial ya que vivió y murió en 1591, en el Hospital de San Sebastián, actual Palacio de Congresos, y vería a diario lo que quedaba de él. 
 “De la parte en que el muro occidental se une formando ángulo con el meridional, salía, como ya dijimos, y duró hasta el principio del siglo XVII, “una alta puente” de sillería que atravesaba la calle hasta el palacio episcopal que está enfrente y en otro tiempo hasta el alcázar, porque había servido a los califas de pasadizo cubierto para ir desde éste a la Mezquita, . Tenía de ancho más de veinte pies (5 metros 572 milímetros) y estaba todo atravesado por arcos muy fuertes y espesos, y cubierto de bóveda.     Cada arco vacío estaba entre dos divididos por un muro, en cuya parte media había una puerta que se cerraba con hojas forradas de hierro y bronce, y así quedaban ocho piezas divididas por un arco. Estas ocho piezas tenían otras tantas puertas, de las cuales, las cuatro primeras miraban a occidente, por lo que era necesario que estuvieran allí encerrados para abrir dos porteros.
 ¿Qué se conserva de todo este complejo dispositivo destruido en el siglo XVII? 
Pervive la parte correspondiente a la mezquita, con la puerta de acceso a la macsura y la puerta donde se unía el puente, visible hoy desde la calle, en el extremo del muro occidental.

lunes, 12 de abril de 2010

Alfonso VII conquista Córdoba en el 1146.

        En artículos anteriores escudriñamos sobre la conquista de Córdoba en una época muy temprana, nos sorprendimos de como un grupo de adelantados en la frontera se apoderaron de la joya del califato, de como el monarca Fernando III contribuyo a la toma definitiva de la ciudad en el año de 1236. Pues bien un siglo antes otro monarca fue capaz de poner en jaque a la urbe de Córdoba, se trataba de Alfonso VII, en el año de 1147 consiguió entrar durante unos días en la ciudad. 
     En 1144 el emperador rondaba por tierras de Granada y Córdoba, en 1145 Alfonso VII se encuentra asediando Córdoba y en mayo de 1146 se apodero de esta, un contingente cristiano en una de esas razzias tomo gran parte de la ciudad, en una acción sorpresiva, se la entrego a Aben Ganya como feudatario suyo. La toma fue muy precaria, tuvo que abandonarla poco después a manos de los almohades sevillanos.
     En 1150 intento un nuevo asalto a la ciudad de Córdoba con el apoyo de García Ramirez y del conde Armengol de Urgel. En una carta de donación de Alfonso VII otorgada a Pelayo cautivo el 23 de julio de 1150 “ facta carta quando el imperator tebebat cordubam circumdatam, pugnavit super eam cum triquita millia muzmundis et cum multis indulucis et devicet eso. In esa MCLXXXVIII et quatro”
     Esta campaña de Alfonso VII en 1150 tenia como objetivo principal la ciudad de Córdoba, sede del nuevo poder almohade. Alfonso VII se habia proclamado emperador y aspiraba a la hegemonía de los reinos hispánicos y de los territorios del midi francés, en abierta contradiccion con esta política dividió su patrimonio regio entre sus dos hijos, a Sancho ( Sancho II) le dejo Castilla, a Fernando ( Fernando II) León. 
     ¿Que se encontrarían las tropas asaltantes, que se llevarían de la ciudad, porque hay tan pocos testimonios?, un sin fin de interrogantes. sin respuesta por el momento pero que sugieren explicaciones muy interesantes. Existe el dicho que un cristiano por tradición antiquísima de padres a hijos primogénitos, le llego la historia del pasadizo y la manera de hallarse sus accesos. Este sucesor, un principal caballero de Castilla vino a Córdoba en el séquito de Alfonso VII en el año 1146, cuando el osado grupo real se apodero de la mezquita e hicieron decir en ella la santa misa. La reacción mahometana fue terrible y los cristianos se vieron perdidos ante la abrumadora mayoría de enemigos islámicos. La situación fue salvada según la leyenda por el caballero castellano que conocía perfectamente el escondido conducto, y gracias a ello el atrevido séquito de Alfonso VII logro escapar, saliendo de la ciudad por las aguas del río.